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Esta novela narra el periplo vital de Antonio Navarro, nacido en Cuenca en 1942, en aquellos años que fueron conocidos por los “años del hambre”, de una familia media de limitados recursos económicos. Desde muy niño descubre una pasión deportiva: el boxeo, que definirá su disciplina y actitud vital de pelear para seguir adelante. La familia tiene que realizar un gran esfuerzo para poder pagarle sus estudios de Económicas en Madrid, motivado por su extraordinario expediente académico, desarrollándose su vida universitaria en los inicios de los años sesenta, marcada por sus limitaciones económicas y su esfuerzo por sacar meritoriamente sus estudios. Sus vicisitudes en la ciudad de Londres, donde acude para perfeccionar su inglés, trabajando de lavaplatos en un burger y teniendo su primera experiencia amorosa y sus problemas con la Policía londinense; su pase como voluntario por el servicio militar obligatorio y su necesidad de concentración en el estudio, sin permitirse la más mínima veleidad por esas limitaciones económicas, le marcan una personalidad, aunque sufra interiormente la flaqueza, el miedo y los temores que arrastra desde muy niño. La muerte de su padre corta la financiación económica para terminar su carrera, lo que le obliga a recurrir a determinados trabajos, algunos de carácter delictivo, que le hacen pasar por momentos difíciles y peligrosos, que puede soportar por su fuerte carácter. Le surge el amor, aunque por la diferencia de clase, le hace pasar por periodos de inconformidad, amargura y frustración. Termina la carrera, consigue dinero, entra en el sector bancario, destacando por su trabajo, disciplina y afán de lucha para seguir adelante, pero aquí tropieza con el entramado mundo económico, donde la soberbia, el abuso de poder, las presiones de algunos jefes y sus venganzas limitan y dificultan la vida profesional del protagonista. Los entresijos bancarios y empresariales llevan a situaciones límites, donde se mezclan la quiebra de empresas, de bancos, un asesinato, la pérdida de empleo y el sinsabor de ver truncada una carrera de lucha y esfuerzo, representando mucho de lo que significó la sociedad económica de aquella época: el pelotazo inmobiliario, la falta de legislación para el control de empresas y entidades, la soberbia en los poderes económicos, la falta de transparencia en las operaciones comerciales y los escasos medios de Hacienda para el control de los movimientos financieros, que hoy día cuesta mucho comprender —pero que conviene recordar— por lo avanzado del Estado, la legislación y la sociedad.