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La novela ocurre casi en su totalidad en el territorio de la ciudad de Ceuta. Las calles que aparecen son nombres actuales unas, otras que perduran desde lo antiguo: nada más que por criterios técnicos se conservan, con lo que la división urbanística y demográfica no es trasunto de crónica real ni se basa en acontecimientos históricos salvo de pasada en pinceladas de la guerra civil. No existen fuentes bibliográficas ni asesoramiento documental alguno porque todo es ficción. Es simple novela de ficción que aporta una determinada inclinación sobre la posición altamente vertical de una preeminencia femenina. El grito de las mujeres es en conjunto la voz de la mujer que tuvo su refrendo, no en la ficción como es esta novela, sino en la sociedad real de comienzo del siglo veinte y en la sustancia presencial de algunos logros tantos sociales como políticos con algunas significativas pioneras; pero es primordialmente la historia de la familia de Meneses durante más de ciento cuarenta años. Heredera se sabe del primer gobernador de Ceuta, Pedro de Meneses. Adquiere por este ensalmo y la posesión del Aleo —la vara de mando del gobierno de Ceuta con el que el rey Juan I de Portugal le entregó la posesión de su cargo a Pedro de Meneses—, legitimidad de acción y de principio para dirigir sin oposición la sociedad ceutí. Este símbolo del Aleo que se custodia en la iglesia real de la virgen de África, junto a uno de oro ficticio, elemento para el desarrollo estilístico, que posee la familia, sirve para emplazar la hegemonía en la ciudad, además de un hecho que denigró socialmente a las Meneses en la vida de Ángela de Meneses, a mano del hombre y sociedad masculina, en la primera mitad del siglo diecinueve por el que juraron liquidar la sociedad de aquel género. Tanto Almudena de Meneses como su hija Carmen, siguiendo disposiciones de Carolina, la madre de Ángela, establecen las leyes sobre las que prevalecen siempre las hijas, aunque nazcan con posterioridad al varón, significándose de modo cruel y perverso. El establecimiento de esta ideología les conduce a crímenes atroces y a un imperio que pese al sometimiento de la ciudadanía masculina se sirve de este estamento para cometer tiranía y voluntad excluyente en la ciudad ceutí. Con la desaparición de ambos personajes, no obstante, la saga sigue, aunque mezclada a una línea masculina por sangre del hijo varón de Carmen de Meneses, Abelardo, relegado en la herencia de las Meneses, es sin embargo el vehículo troncal que subsiste en la continuidad de sus hijas. Una de ellas, Adelaida Ribeiro de Meneses, será elegida como la Maga Oscura que finalmente se constituirá en la mutación ideológica y biológica pero permanente en la pirámide de las mujeres. Son ellas las que en verdad pretenden gobernar y revertir el mundo. Mientras bajo el subsuelo de Ceuta se construye otra ciudad semejante a la superficie donde solo mujeres habitan y donde las niñas son llevadas bajo esa protección alejada del hombre. Con base en la historia sumeria de la diosa Nannu, se estabiliza esta supremacía y se erige en el único gobierno de la sociedad, idea que se quiere transportar primero a Europa luego al resto. Cierto mencionar que la vertiente de hombres Meneses no se conforman con esta supremacía social. Daniel, especialmente ligado por consanguinidad, aun sabiendo de la maldición que caerá sobre él si descubre parte de la historia de la familia, quiere hallar el secreto que se oculta en el subsuelo. El resultado es una atractiva e insólita mutación que eleva a las mujeres a la categoría de diosas. Solamente el hombre Horacio queda como testigo del reinado del tiempo del tiempo de las mujeres.