Desgracias y virtudes de un torero

Por necesidad me encuentro con el derecho de explicar a ustedes mi vida, sin saber si es interesante o vulgar. Siendo así, ustedes se preguntarán: ¿Y eso por qué? No sé si es un bien o una vulgaridad. A pesar de que soy un hombre con una buena memoria, siempre se te puede quedar alguna cosa en el tintero del olvido. Yo pongo la mayor voluntad y capacidad que tengo en la presente fecha, cuando estoy cumpliendo setenta y siete años, para explicar a ustedes una vida de muchos años. Hasta los cincuenta solo sabía el abecedario, no sabía leer ni escribir. A los cincuenta encontré un almacaritativa que me dio algunas lecciones para que al menos pudiese defenderme dentro de la sociedad, y mucho más por la tozudez de querer ser yo el que lo hiciera todo, aun sin saber qué es la gramática ni la ortografía. Todo lo que está por mi mano escrito en este libro es verídico.