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En sentir de una sociedad del primer cuarto del siglo veinte, que cabalgaba entre las guerras coloniales de 1998. La Primera Guerra Mundial, el asesinato del presidente del Consejo de ministros, Eduardo Dato, la guerra del Rif, el desastre del Annual, la dictadura de Miguel Primo de Rivera, el desembarco de Alhucemas. Una España de desigualdades, de hambre, atraso, alpargatas y, analfabetismo, donde los jóvenes que no podían satisfacer la «cuota» económica establecida para reducir su servicio militar, iban irremediablemente a su encuentro con las penalidades y en muchos casos la muerte. En este panorama, hay gente sencilla en la Comarca del Estrecho, que tienen sus inquietudes, vivencias e ilusiones y, que no escapan a la situación política de esos años. Es un libro muy ameno, equilibrado y mantiene el interés de principio a fin. Con un personaje importante «tridimensional» y varios unidimensionales que suscitan interés, Con un conflicto de fondo y varios conflictos internos que se entrelazan con varias historias simultáneas. La carga connotativa es la adecuada para el tema de fondo, la guerra de África. Es fiel a los datos pero no necesariamente se extiende a más porque no es el objetivo. Rafael Carroquino Cañas, (Coronel Médico, (Melilla) Para dotar de alma a una novela, el autor debe saber insuflar vida a los personajes mucho más allá del papel y que sus existencias transciendan al otro lado de la trama, incidiendo directamente en la vida del lector y Francisco García Corral lo consigue de forma certera, ya que, a través de una minuciosa documentación de los hechos, de la época en la que tienen lugar los acontecimientos, del léxico utilizado, del contexto político, social, económico y cultural y de la idiosincrasia de la realidad que se vivía en aquel entonces, nuestro autor recrea magistralmente todo un crisol de conflictos de toda índole en torno al leit motiv de la guerra del Rif con un realismo y una precisión sorprendentes. Estamos, por tanto, ante una emocionante novela histórica, que se nos antoja necesaria e imprescindible, pues apenas existían obras literarias que nos narraran historias sobre aquellos desdichados acontecimientos. Nuestro autor engarza unos personajes ficticios perfectamente diseñados en una realidad minuciosamente radiografiada y que se analiza desde todos los puntos de vista posibles. Es pues enriquecedora y muy ilustrativa. La atenta lectura de esta novela que, ya desde la preciosa y precisa metáfora de su título, suscita nuestro máximo interés. ¡A disfrutarla! Juan Emilio Ríos Vera (Presidente del Ateneo de Algeciras)