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Adentrarnos en la poesía de Carlos de Tomás es navegar por un extenso bosque de versos, en ocasiones jungla abigarrada, otras majadales de amplias praderas y encinas gruesas, con profundas raíces en influencias poéticas del pasado siglo de manera especial algunos poetas de la denominada Generación del 50 , como Ángel González o Claudio Rodríguez. Extenso paraje de casi cuarenta años de escritura que le convierten en un poeta transgeneracional, porque ha convivido desde sus primeros libros con la existencia individual, más tarde con una cierta poesía social y en última instancia retorna a un intimismo donde lo que prima es el Ser ineludiblemente ligado a la palabra. Durante todo este tiempo hubo de todo, de ahí la idea de autor permeable a la propia situación intelectual y creativa de cada momento; novísimo al principio, luego contestatario y naturalista, más tarde fotógrafo de las vivencias y tal vez ahora neorromántico con esos tintes existencialistas que tanto le caracterizan. Pero siempre con su personal estilo de metáfora profunda, hipérbaton recurrente y endecasílabo de urgencia , como escribiera en un verso para salir siempre del complejo atolladero del poema inconcluso. "No quiero ir adonde va el amor cuando se olvida" Siempre alejado de la poesía realista, es un poeta que intenta imprimir ese desdoblamiento del Ser cuando se escribe de materias inconsistentes o etéreas, ese otro Yo por el que se escapan los pensamientos más profundos; en una búsqueda constante, una investigación con las palabras que en ocasiones nos aporta circunloquios de un gran lirismo.